Cuando era pequeña había una expresión muy común en mi entorno, casa, colegio, amigos… “lo que es normal y corriente”, también “como es normal”. Era un expresión coloquial que digamos podía aparecer todas las semanas con una recurrencia de… ¿un par de veces por semana, quizás?;. También en las peroratas de los padres o de los “profes”,  era recurrente frases comenzando con  ”lo que no es normal…”, esta vez ya con un tono recriminatorio.

Hoy me doy cuenta de que, era una expresión estratégica. Se empleaba para dar explicación a situaciones que podrían ser ambiguas en su interpretación. También para reforzar un posicionamiento, un imperativo… Tenía la sutil connotación de que dudar de aquello, lo que fuera, te ponía a ti misma en tela de juicio, el mensaje subliminal era “siempre había sido así y tenía que seguir siendo”. De hecho, la palabra “normal” viene de norma o regla. Interesante también el verbo “ser” de la expresión, porque lo que es, es, (fundamento de las leyes sistémicas) por lo tanto incuestionable e implícito que no se puede cambiar, porque ya es.

En conclusión, que ya sea en expresión oral, o en monólogo interior, el significado de “lo que es normal” tiene una contundencia  que limita la reflexión, la apertura, el cuestionamiento…, cierra el camino a  otras realidades y a la comprensión de otros puntos de vista.

¿Dónde está lo “normal”?

Ya hace años que no escucho esta expresión con tanta asiduidad. Quizás ya no se usa tanto, quizás ya como se considera que estoy educada no hay nadie cerca que me quiera hacer ver lo “que es normal”, adoctrinarme, educarme, limitar mi mirada. Ahora si escucho estas expresiones, de inmediato me pongo en alerta. También confieso que me he descubierto a mi misma usándola, en pensamientos y en voz alta, lo hago cuando algo se sale de mi marco de creencias. Pero es que las necesito, necesito mis creencias para andar por la vida, y cuando la realidad, o mi interpretación de la realidad las vulnera, salto  .-¡como es normal!.- buscando el refugio de la razón, una razón, que en la mayoría de los casos, no es razonada sino educada.

También es cierto que la visión que tengo hoy es mucho más panorámica y global, que mis vivencias me han puesto frente a situaciones impredecibles, incluso inimaginables, que lo anormal es corriente. Que en ocasiones me focalizo precisamente en buscar lo que “no es normal”, porque me doy cuenta que crezco, aprendo y me desarrollo cuando conozco otras realidades, cuando salgo de lo habitual y aumenta mi visión del mundo global en que vivimos.

La población mundial

Hace poco llegó a mis manos un artículo que recogía el estudio encargado  por la fundación 100people.org, a la Universidad de Wisconsin – Green Bay, en Estados Unidos. El estudio era relativo a  la población mundial,  se trata de un ensayo a escala, partiendo de las realidad de los 7 mil millones de habitantes del planeta. Utilizando datos de la Organización Mundial de la Salud, las Naciones Unidas, censos y otros, el proyecto disminuyó en escala las estadísticas sobre población mundial para ser aplicables a 100 habitantes, cuyos resultados se van renovando periódicamente.

Si el mundo estuviera habitado por 100 personas, ¿Cómo serían estas 100 personas?, pues 50 serían mujeres y 50 hombres, 26 serían niños y 74 adultos, de éstos últimos hay 8 que tendría 65 años o más. Asiáticos 60, 15 africanos, 14 del continente americano y 11 serían europeos.

En cuanto a creencias religiosas, 33 serían cristianos, 22 musulmanes, 14 hindúes, 7 budistas, 12 practicarían otras religiones y otros 12 serían ateos.

¿Qué idiomas hablarían esos 100? , la lengua materna de 12 de ellos sería el  mandarín, 6 hablarían en español, 5 en inglés, 4 en hindú, 3 en árabe, 3 en portugués, 3 en bengalí, 2 en ruso, 2 en japonés  y 60 en lenguas locales o dialectos.

Respecto al nivel de educación, de los 100 habitantes 86 sabrían leer y escribir, pero los 14 restantes serían analfabetos. Y sólo 7 lograrían un título universitario.

El ámbito laboral y de trabajo

En el análisis sobre la cuestión laboral y el trabajo, 15 de ellos ganarían menos de 2 dólares al día, 56 obtendrían entre 2 y 10 dólares, 13 recibirían entre 10 y 20 dólares diarios, 9 personas ganarían entre 20 y 50 dólares, 6 embolsarían entre 50 y 90, y habría un único millonario que ganaría más de 90 dólares diarios. Uno sólo manejaría la mitad de todo el dinero y los otros 99 se repartirían la otra mitad.

El panorama en cuanto a la salud, sobre 100 habitantes 21 tendrían sobrepeso, 63 estarían sanos, 15 sufrirían desnutrición y uno estaría muriendo de hambre.

De todos ellos, 51 vivirían en las ciudades y 49 en áreas rurales.

Entre el centenar de habitantes, 77 tendrían un lugar en el que vivir y los otros 23 no tendrían un techo. De los cien, 87 tendrían acceso al agua limpia y los otros 13 encontrarían serios problemas en poder proveerse de agua potable. Y 16 de los 100 no tendrían un baño. Tendrían acceso a la electricidad 78 de ellos.

En función de esas proporciones, y apuntando a posesiones tecnológicas, 44 de los habitantes tendrían conexión a Internet, pero solo 22 serían dueños de una computadora. Y 75 de los 100 poseerían un celular.

Y un dato que tal vez sea el más doloroso. De los 26 niños que dijimos habría entre los 100, la mitad de ellos tendría hambre.

¿Cómo de normal soy yo?.

Con este planteamiento objetivo y matemático, la pregunta que me hago es ¿cómo de normal soy yo?. Así de primeras, el no hablar mandarín ya me hace un poco extraña, debería ganar entre 2 y 10 dólares diarios, y si he de padecer de algo, mejor que sea de sobrepeso.  También pienso si lo bueno es “ser normal”, quizás no tanto,  desde luego depende en qué se sale una de la norma o marco de referencia.

Así el marco de referencia de cada uno, por el cual concluimos “lo que es normal”, lo construimos con nuestro pasado, con nuestros conocimientos, con la educación recibida, nuestras vivencias y antecedentes. Un marco de referencia es un modelo explicativo o paradigma. Nuestras ideas, creencias y valores se encuentran de manera inevitable en un contexto social e histórico, el cual actúa como marco de referencia y resulta muy difícil situarse al margen del mismo.

Fu Manchú

Así cuando era niña, quizás hasta los 10 años, el único chino que conocía era Fu Manchú. Un personaje de ficción con aspecto siniestro y bastante malvado, tenía además posibilidad de transformación y don de ubicuidad. Durante mi infancia, mi marco de referencia en cuanto a razas era muy, muy reducido. Cualquier persona de otra etnia me provocaba curiosidad y una mirada de escrutinio, y si era chino, cierta desconfianza por su posible relación con Fu Manchú. Para mi un chino tardó varios años en formar parte de lo considerado normal.

Pasados ya bastantes años, uno de los invitados a la comunión de mi hermana era una niña china, hija de unos amigos, por lo que ni de lejos tenía algo que ver con Fu Manchú.  Nos acompañó a la ceremonia en la iglesia del barrio, y cuando llevábamos 15 minutos sentadas una al lado de la otra, calladas, ella especialmente impresionada, me dijo:

.- ¡Mira! Hay un señor clavado en unos palos, con espinas en la cabeza, tiene  heridas y sangre.- Le expliqué que en tiempos de los romanos no había cárceles, que a los ladrones y malvados los castigaban así.- entonces… ¿por qué han puesto de adorno en la iglesia a un señor malo?.- No, no, este no era malo, con este se equivocaron.- entonces la niña, ahogó una exclamación de horror y se tornó triste, o algo más que triste. Creo que no pasó un buen día de comunión, estaba tan horrorizada de la historia como lo estaba yo de las películas de Fu Manchú, con la diferencia de que ella no lo vio en pantalla. Ella estaba rodeada de personas que no se inmutaron ante la figura y la historia anexa, que lo juzgaban normal, esa era su interpretación.

La normalidad

La conclusión sobre la normalidad es entonces que todo depende del marco de referencia de quien juzgue. También deduzco que las personas pequeñas en vivencias, tienen marcos pequeños de referencia por lo que encuentran a menudo anormalidad. Otro aprendizaje es que ante la “anormalidad” puedo analizar, comprender y aprender para incluirlo en las posibilidades y explicación de mi mundo, o puedo rechazar y excluir buscando una seguridad ficticia sobre lo que conozco. Tú elijes un mundo de 7 mil millones de personas con su individualidad, o un mundo de 100 personas tipificadas entre las cuales es mejor que te identifiques y no te salgas de “lo que es normal”.

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